Virus y vacunas del trabajo en equipo

Clasificar es una cosa muy humana. Hay muchas personas que sonríen internamente generando categorías, abriendo carpetas, llenando cajas y etiquetando. Tal vez, tú seas una de esas personas que pone etiquetas a los equipos, a compañeros/as, al trabajo, etc.

Hay algunas estructuras de clasificación que nos hacen disfrutar especialmente; me refiero, por ejemplo, a afirmaciones tales como: hay 3 tipos de personas, existen 4 maneras de aprender, o los 5 pasos para conseguir el éxito. ¿Te suenan? Son estructuras inventadas y a su vez muy útiles, pues nos permiten comprender de manera simple una realidad compleja que, a menudo, se nos presenta enredada. Hay estructuras o clasificaciones que nos gustan como, por ejemplo, el decálogo utilizado por Enrique Sacanell titulado: ¿Qué le pasa a mi equipo? 10 líneas de reflexión. En esta ocasión, yo he realizado una recopilación de 7 tipos de equipos, o más bien, 7 tipos de virus que afectan a los equipos, y sus posibles vacunas. El virus zombie, la anestesia, la bicefalia y la centrifugación son algunos de ellos. Si sigues leyendo te los presento todos.

1. Equipos muertos: el virus ha podido con ellos.

¿Has oído hablar de los equipos muertos? Empiezo por estos porque en realidad no están vivos, murieron y aún no se han enterado. Tal vez no realizaron un buen cierre, faltó un ritual de despedida o están en fase de negación ante un cambio sobrevenido. La ilustración recoge bien la idea: un equipo fantasma en medio del campo de la última batalla. En este caso, hay poco que hacer por este equipo, más allá de una despedida para agradecer su aportación.

2. Equipos anestesiados: no sienten dolor, no sienten nada.

El segundo tipo es el equipo anestesiado; equipo con un virus que le ha dejado el encefalograma casi plano. Está conformado por personas emocionalmente destrozadas; su estrategia de no contagiarse con nada les hace inmunes al virus zombie y, a su vez, inmunes a cualquier emoción. Sus corazones han dejado de bombear sangre, han dejado de sentir para evitar sufrir. La energía no les da ni para comprometerse, ni si quiera para quejarse. También llamados como equipos con el síndrome del Despido Interior, se pueden identificar por su relación interprofesional pobre, por su expresión típica “a mi esto no me toca”; por un cierto nivel de absentismo y un bajo rendimiento general.

Equipos muertos

Sorprendentemente, fuera del ámbito profesional aparecen como personas plenas de vida, de compromisos y de actividades de lo más inusuales. Así que, para recuperarlo, es importante escucharlo y preguntarle qué frena al equipo, qué necesita para salir del letargo. 

3. Equipos zombies: en busca de carne fresca.

En ningún caso se deben confundir los equipos muertos, o los anestesiados, con los equipos zombis; estos están muy vivos… Bueno, vivos no es la palabra, activos se ajusta mejor. Este tipo de equipos siempre busca nuevos miembros, carne fresca. Se arrastran a las reuniones y brotan de manera agresiva ante tareas de dificultad elevada o retos estresantes. Su relación es de hermandad, pretenden integrar a todo el mundo. Se alimentan de quejas, rumores, comparaciones, críticas por la espalda y del pesimismo en general.

En el fondo, estos equipos no quieren ser zombis, pero no han encontrado el espacio donde poder aportar su energía, su valor, donde se sienten reconocidos o donde sentirse con seguridad psicológica para compartir vulnerabilidades y fortalezas. En estos equipos puede funcionar una conversación profunda que, posiblemente, esté pendiente desde hace tiempo; también es útil construir conjuntamente un propósito de equipo.

Zombies

Después de llegar hasta aquí tal vez pienses: ¿qué pasa, no hay equipos con buen rendimiento? Sí, claro. Para ellos también hay virus.

4. Equipos como pollos sin cabeza: activistas sin propósito.

Existen los equipos que corren como pollos sin cabeza. Equipos decapitados que trabajan mucho, realizan infinidad de tareas, asisten a todas las reuniones y a alguna más que se inventan. Hacen, hacen, hacen… sin parar. Hacen tanto y corren tanto que, a menudo, no saben hacia dónde van; avanzan en zigzag tanto por los pasillos como por la estrategia de la empresa. Chocan, sin querer, unos con otros. Representan departamentos enfrentados y en competición por subir al pódium de los equipos decapitados. Aunque parece obvio, no siempre es fácil dar respuesta a estos equipos que requieren un liderazgo que les recuerde firmemente el para qué de su existencia; necesitan que se les rete con objetivos concretos y a su vez se les permita autonomía y margen de movimiento.

5. Equipos bicéfalos: doble dolor de cabeza.

En el lado opuesto de esta clasificación se hallan los equipos bicéfalos. Los he visto alguna que otra vez en organizaciones sanitarias, universitarias y otras estructuras matriciales típicas en la gestión por proyectos. Los equipos con dos cabezas -a menudo no muy bien avenidas- suelen tener problemas de lealtad. Para que este virus no sea perjudicial para la salud de la organización, estos equipos requieren de mucha comunicación, una priorización clara y una única visión común general.

Monstruos con dos cabezas

6. Equipos que centrifugan: ¡sálvese quién pueda!

Otro virus es el de la centrifugación. Puede vivir asintomáticamente, o sea sin manifestarse aparentemente, durante periodos largos. En los equipos que centrifugan todo funciona bien, todo marcha hasta que aparece una dificultad de las de verdad. Puede ser una entrega muy ajustada, una persona clave que se va, o un cambio inesperado en la dirección de la empresa. En ese momento, el equipo unido, estable y con buen desempeño genera, de golpe, una fuerte energía centrífuga, se acelera, se divide y se convierte en un “sálvese quien pueda”. Será por eso por lo que también se le conoce como el virus de la barca: ante cualquier cambio, o elemento de tensión, el equipo se tambalea y tirarse por la borda parece la única solución. La vacuna para estos equipos se compone del hábito de la mejora continua, del cambio y de un espacio de autoconocimiento e intercambio para que los miembros del equipo puedan desarrollar sus propias estrategias ante las dificultades.

7. Equipos de genios y estrellas: regidos por el ego.

Cerramos la clasificación con el séptimo y último virus: el que genera los equipos de genios y estrellas. Son aquellos equipos inoculados con el virus del ego; equipos conformados por artistas, estrellas de la materia y genios sin parangón. Estos trabajan bajo otros términos. A estos equipos no les resulta fácil generar lealtad con la organización y tampoco les suele resultar apacible la colaboración. Por encima de todo están sus ideas, su creatividad y su particular gestión del tiempo. Este virus se corresponde bastante con la quinta disfunción identificada por Patrick Lencioni, la disfunción de no atender a los resultados colectivos. Para incorporar con eficiencia los equipos estrella en la diversidad de la organización es imprescindible que el equipo trabaje su humildad, centrándose en compartir sus conocimientos y en gestionar la diversidad en pro de la colaboración.

Hasta aquí los 7 tipos de virus. ¿Conoces alguno más? ¿Conoces algún equipo contagiado?

Como decía antes, estas 7 etiquetas inventadas son una posible solución a la necesidad de comprender los equipos; necesitamos tener un diagnóstico rápido cuando encontramos obstáculos, y la analogía caricaturizada nos aproxima a la realidad desde otra perspectiva.

En mi caso, el coaching para trabajar en y con equipos, me ha facilitado mucho la comprensión de las organizaciones, sus dinámicas relacionales. Reconozco mejor los virus y tengo algunas vacunas.

Hoy es el día que entiendo mejor a los equipos y consigo hacerlo casi sin necesidad de clasificarlos y etiquetarlos. Tanto a líderes, como a consultores y coaches, el Coaching de Equipos nos dota de herramientas para acompañar a estos en la obtención de un diagnóstico propio con el que se puedan identificar y superar sus propios virus. De esta forma, se empoderan para conseguir aquello que se proponen.

La formación en Coaching para trabajar con y para equipos te da acceso a las gafas para ver los virus; acceso a determinadas vacunas, a las preguntas y a los hábitos saludables que los equipos pueden entrenar cada día para mantenerse sanos, eficientes y con excelentes relaciones interpersonales. Si eres ese tipo de persona interesada en comprender a los equipos y en acompañarlos en una vida más sana, te espero en Barcelona.

*Ilustraciones realizadas por Blai Morales

Este post ha sido publicado originalmente en el blog de EMANA.


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