El mes de diciembre parece un buen mes para ritualizar cierres e inicios. Puntos de inflexión, de no retorno, es momento de analizar el año y coger carrerilla para el año que viene. Por ello, algunos de mis clientes me han pedido que facilite lo que yo llamo “encuentros significativos”, encuentros con tu equipo que van mucho más allá del “team building” clásico.

Preparando estas sesiones, charlando con los clientes y conociendo a sus equipos, me ha salido el mismo foco, o tal vez es que vivo un poco obsesionada con el tema. En todo caso, les he propuesto trabajar la colaboración especialmente, la colaboración en equipos interdisciplinares. Dándole vueltas al posible enfoque de las sesiones, he llegado a unas conclusiones que quería compartir y de ahí esta publicación.

¿Tú eres de los/las que colabora?

No os pasa que cuando preguntas a un equipo, si hay colaboración entre ellos, siempre se miran tímidamente entre si, como en busca de aprobación y luego te miran y te responden que sí, sí,… bueno, … claro, … nos ayudamos, y eso. Yo suelo recibir la respuesta con poca energía o rotundidad, es más un quedar bien, me parece que en realidad, en el fondo, algunos/as piensan, ya me gustaría, o peor aún… aquí cada uno/a va a lo suyo. ¿No lo recibís así?

Colaborar suena bien, suena moralmente correcto. Parece que todo el mundo lo quiere hacer, ¿no?

Y es que la colaboración es un temazo, un temazo que hemos incluido en el discurso de las organizaciones y empresas, aunque no tanto en la práctica, y me parece muy adecuado en un contexto VUCA, de hecho, me parece muy adecuado en cualquier contexto, así que he profundizado en qué entendemos por colaborar y cómo podemos hacerlo cada día más y mejor.

Siempre me gusta sumergirme en los temas iniciando mi búsqueda por lo que ya se dijo, por lo que ya se sabe, se definió y se pensó. Y sobre colaboración hay muchísima literatura, y con mi colega Letizia Di Bartolomeo hemos hablado horas y horas, pero a mi enseguida me ha venido a la cabeza, los ejemplos de la naturaleza y sus aprendizajes adaptativos.

Existen infinidad de ejemplos de colaboración, entre miembros de la misma especie como las abejas, las ballenas o los pingüinos, en este último caso tenemos el fantástico libro El Pingüino y el Leviatán: Por qué la cooperación es nuestra arma más valiosa para mejorar el bienestar de la sociedad de Yochai Benkler.

Y como a menudo pienso en imágenes y ahora en videoclips, me he acordado del vídeo de los delfines pescando de manera colaborativa con el ser humano.

Vídeo que descubrí leyendo el ilustrativo libro de Edita sobre Biomimética.

El ejemplo de delfines y humanos pescando juntos me parece sublime, en él veo el potencial de la colaboración en equipos, es un ejemplo claro de equipo interdisciplinar o multidisciplinar como lo queráis llamar, ¿no creéis?

Delfin dibujado en acuarela

Un apunte que no viene al caso es que leyendo he descubierto que cuando dos especies colaboran lo llamamos, mutualismo animal, me ha parecido un término muy claro y apropiado. Por cierto, sublime también es la capacidad de dibujar delfines y ballenas de mi colega Ale Furvis, a la cual pertenece esta acuarela.

Si entre especies animales se colabora, y es más existe el mutualismo animal, no hay excusas válidas para no realizarlo entre seres humanos. Lo siento, equipos interdisciplinares, no es queda más remedio que entenderos, escucharos y trabajar codo con codo.

Al final, son sólo un puñado de elementos los que aparecen en la colaboración.

Buena noticia, no son tantos.

Mala noticia, no tenemos el hábito de practicarlos. A menudo conseguir un nuevo hábito requiere desaprender y cambiar unas cuantas creencias, lo cual ya es más complicado, aunque obviamente no imposible. De esto de las creencias, estoy preparando otra publicación, pues me parece el temazo del temazo. Si tenéis ideas al respecto no dudéis en compartirlas.

He analizado el puñado de elementos que requiere ese comportamiento colectivo que denominamos Colaborar,me han salido seis en un dibujo un poco entre molécula y espacio sideral:

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  1. Tener un propósito común, en el caso de los delfines y los humanos, parece que el propósito es alimentarse, y me encanta la idea de fondo de ambas especies, pues creen en la abundancia y por lo tanto la estrategia ganadora es colaborar y no competir. Parece que se consigue más abundancia pescando juntos que por separado y además hay suficiente para todos, vamos lo que viene siendo un propósito basado en el ganar-ganar (por lo menos de delfines y humanos).
  2.  Ser consciente de la pertenencia al sistema. Incluso el delfín que está ahí pescando con sus colegas delfines y colaborando con unos seres extraños, es consciente de que es parte de un sistema que está funcionando. No es un simple pescado que pasaba por ahí que, si quiere en cualquier momento, nada unos metros y se va sin más. Por el contrario, me gusta pensar que siente que forma parte de un grupo y que tienen una misión. ¿Puedes sentirlo tú?
  3. Habilidad con la tarea, cada uno realiza su especialidad, aporta al equipo su aproximación, su mirada, sus habilidades. Unos desde el mar, otros desde tierra, desde barcos, cada uno con sus herramientas, su saber y su experiencia. Todos aportan su competencia, en el momento y lugar acordado, al equipo y al propósito.
  4. Comunicación, que no siempre quiere decir hablar, como es obvio en este ejemplo tan inspirador de mutualismo animal. Es la voluntad de comunicarse, de prestar atención por los demás, reconocerse, escucharse, esa complicidad que se siente cuando nos miramos e intuimos lo que vamos a decir o hacer.
  5. Otro elemento, imprescindible, es el cuidar la relación. Invertir cierto tiempo y esfuerzo en cuidarse, en preguntarse, en conocerse, con el objetivo de cultivar una relación sana, transparente y de confianza. Este elemento nos permite entender las necesidades de los demás miembros del equipo, sentir que existe una seguridad psicológica grupal y agradecer la aportación que hace cada uno.
  6. Y por último, la idea de aprendizaje social, la necesidad de compartir con todos los miembros del equipo los fracasos, los éxitos, ejemplos a seguir, los aprendizajes de cada experiencia. Analizar el impacto de las acciones colectivas, la capacidad de influencia del equipo y ¡felicitarse!
Pues nada, con estos 6 elementos en marcha, una va y colabora. Va así, ¿no?

¿Os sobra algún punto? ¿Añadiríais algún otro? Adelante, no dudéis en confeccionaros vuestra propia receta de Colaboración. Me encantaría saber qué elementos le quitáis y/o le ponéis y el por qué, así vamos co-creando.

¿Qué elemento consideras que en una escala del 1 al 10 tu equipo obtendría mejor nota? ¿Y peor nota? 

¡Ojo! Si eres la persona que lidera el equipo, en mi opinión también formas parte de él, así que hazte la pregunta entendiendo al equipo completo.Como antes he comentado no creo que sean elementos inalcanzables, ni son tantos ni tan complicados. En todo caso, complejos pues interactúan entre ellos, se retroalimentan y a veces los líderes y los propios equipos no saben muy bien por dónde empezar.

Y es que a caminar se aprende andando, así que ¡en marcha! 

Hay quién ya está en marcha, así que sin desvelar los detalles de los Encuentros Significativos de diciembre, sí os puedo avanzar que vamos a profundizar en todos estos elementos. En realidad, vamos a Shake it Upear un poco, el “shake” consiste en meter los elementos de la colaboración en un espacio (físico-temporal compartido), con un equipo, una pizca de juego analógico para empezar a reflexionar, una buena cucharada de apreciación y reconocimiento, remover con suavidad, nada de agitar, y para acabar un chorrito de reto para despertar los aromas de la acción y el desarrollo del equipo. Se sirve bonito y se disfruta. ¡Ala! Ahora sí, a colaborar.


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